domingo, 18 de abril de 2010

¿Puede uno decir algo?

Si se viene a ver , es bien poco lo que uno pudiera decir desde la propia experiencia, aún cuando esta experiencia sea valedera.
El caso es que la diversidad es mucha y las circunstancias infinitas, por lo que uno vive lo que podríamos llamar ¨verdades relativas¨, aplicables sólo a un limitado número de personas y circunstancias. Ahora recuerdo la formula de Ortega y Gasset, ¨Yo y mi circunstancia¨... Mejor no se puede expresar.
Así pues, desde mi Yo y mi circunstancia, digo que es poco satisfactorio el trabajar en algo y dedicar gran parte del tiempo libre a otra actividad distinta, por ejemplo, si usted es ingeniero y dedica su tiempo libre a leer de todo menos de ingeniería.

Si usted hace su trabajo, cualquiera que este sea, y luego de las horas laborables, se dedica del todo a otra cosa, sin reflexionar sobre lo que ha hecho, simplemente no destacará en su trabajo aunque su habilidad le dé para ir pasando, incluso con alguna brillantez.
Excluyo los casos en que alguien trabaja en algo provisional para buscarse el sustento, mientras en sus horas libres actúa como aficionado y da clases de Stanislavski , o simplemente estudia en la universidad.

Todo esto puede parecer muy claro, pero no lo es tanto para el que está inmerso en la circunstancia. Se puede dar el caso, y es sólo un ejemplo, de alguien que esté estudiando teatro y casi todo lo que lea sean libros de filosofía, historia, novelas, cuentos, ensayos... La cultura general es muy importante, pero hay que hacer hincapié en lo que se estudia, de eso no hay duda.

También hay que hablar de esos que hacen, hacen, y se cansan de hacer, y no van más allá. ¿Qué sucede? Simplemente lo que le ocurre al que come, come y come, que obliga a su organismo a un trabajo muy serio de digestión para al final desasimilar todo aquello que su cuerpo no está preparado para incorporar.
Una vez conocí a una señora de no menos de 80 años, y que me asombraba por lo mucho que leía, y que raro, no era un persona culta. Lo mismo se leía El Conde de Montecristo y Los Tres Mosqueteros en un santiamén, que las obras completas de Julio Verne, Los Misterios de París, de Eugenio Sue... todo indiscriminadamente.
Pero no hacía un alto en sus lecturas para asimilarlas. Cuando no tenía nada que leer, ponía una mano sobre otra y esperaba sin una gota de reflexión en sus ojos a que le cayera el próximo libro.

La acción, el quehacer, lo que se ha hecho, es necesario asimilarlo, de forma consciente o inconsciente. El ser realiza esa labor inconscientemente, pero sólo en cuanto tiene que ver con sus intereses emotivos principales. Eso hay que completarlo con los intereses que dicta la inteligencia.

Es necesario para todos, incluyendo a quien esto escribe, no importa la edad que se tenga, comenzar a emplear no menos del 75 por ciento del esfuerzo principal en la tarea que realmente constituye nuestra prioridad número uno, si es que se quiere sobresalir. Y esto incluye, por cierto lecturas de todo tipo que se relacionen de alguna manera con nuestro trabajo o actividad primordial, y todo interiorizarlo como ya hemos dicho.